viernes, 19 de junio de 2009
lunes, 15 de junio de 2009
Tema para la próxima historia
domingo, 14 de junio de 2009
viernes, 12 de junio de 2009
En esta dirección se puede encontar información sobre Pedro de Tolosa
martes, 9 de junio de 2009
lunes, 8 de junio de 2009
El Quijote (argumento) [3º Diver]
Aspectos de la Guerra Fría (4º Diver)
miércoles, 27 de mayo de 2009
En este artículo encontrarás una palabra conocida en esperanto
miércoles, 13 de mayo de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
La Celestina (argumento) [3º Diver]
Calisto, un mozo inteligente y de clase alta, ha conocido en una huerta, algo alejada de la cuidad, a la bellísima Melibea, y se ha enamorado de ella. Vuelve a encontrársela en la ciudad, cerca de la iglesia, y le comunica sus sentimientos; ella lo despide irritada. Vuelve Calisto a su casa y confiesa su amor y su pesar a su criado Sempronio. Éste le propone que utilice a la vieja Celestina como intermediaria, para que suavice la aspereza de Melibea.
Celestina logra entrar en la mansión de Melibea e intercede en favor del enamorado; consigue vencer su esquivez y la joven corresponde a Calisto. Sempronio y Pármeno, criados de Calisto, de acuerdo con Celestina, desean explotar la pasión de su amo, que había ofrecido a la vieja una cadena de oro si lograba sus propósitos. Los criados reclaman su parte a la vieja, que se niega; la matan y huyen. Pero son apresados y muertos por la justicia.
Calisto suele visitar a Melibea trepando a su jardín por una escalera de cuerda; estando en él, se produce en la calle una pelea. El joven, pensando que uno de sus nuevos criados tiene problemas, desea intervenir en ella y al bajar por la escalera cae al vacío. Calisto muere, y Melibea, al saberlo, sube a una torre y se arroja desde lo alto.
La obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea."
Texto en: http://roble.pntic.mec.es/~msanto1/lengua/1celeste.htm
jueves, 7 de mayo de 2009
martes, 28 de abril de 2009
Sobre la gripe española de 1918
Esta foto acompaña al siguiente reportaje de Javier Sampedro en El País:
La I Guerra Mundial terminó en 1918 con nueve millones de muertos. La gripe española de ese mismo año acabó con la vida de 40 millones de personas. Fue la peor de las tres epidemias mundiales de gripe del siglo XX (1918, 1957 y 1968), y de hecho la peor pandemia de cualquier tipo registrada en la historia. El virus que la causó no venía de los cerdos, sino de las aves, pero era un H1N1, como el actual. El H1N1 era un virus aviar hasta 1918, y fue la gripe española quien lo convirtió en una cepa humana típica.
Los países implicados en la Gran Guerra no informaban sobre la epidemia para no desmoralizar a las tropas, de modo que las únicas noticias venían en la prensa española. La gripe española debe su nombre, por tanto, a la censura de tiempos de guerra, y no a su origen, ya que el primer caso se registró en Camp Funston (Kansas) el 4 de marzo de 1918. Por entonces el virus sólo causaba una dolencia respiratoria leve, aunque muy contagiosa, como cualquier gripe. En abril ya se había propagado por toda Norteamérica, y también saltado a Europa con las tropas americanas.
El primer caso de la segunda oleada mortal se registró el 22 de agosto en el puerto francés de Brest, una de las principales entradas de los soldados norteamericanos. Era el mismo virus, porque los afectados por la primera oleada estaban inmunizados frente a la segunda. En algún momento del verano, sin embargo, se había convertido en un agente mortal. Causaba neumonía con rapidez, y a menudo la muerte dos días después de los primeros síntomas.
En Camp Devens, Massachusetts, seis días después de comunicarse el primer caso ya había 6.674 contagiados. Los brotes se extendieron a casi todas las partes habitadas del mundo, empezando por los puertos y propagándose por las carreteras principales. Sólo en India hubo 12 millones de muertos.
Fue la llegada del virus a los lugares más recónditos la que permitió reconstruirlo hace cuatro años. Johan Hultin, un médico retirado, y los científicos militares al mando del genetista Jefferey Taubenberger, lograron rescatar los genes del virus de los pulmones de una de sus víctimas, una "mujer gorda" que había muerto en 1918 en un poblado esquimal de Alaska, donde el frío había preservado el material particularmente bien.
Se supo así que el virus de 1918 no tenía ningún gen de tipo humano: era un virus de la gripe aviar, sin mezclas. Tenía, eso sí, 25 mutaciones que lo distinguían de un virus de la gripe aviar típico, y entre ellas debían estar las que le permitieron adaptarse al ser humano. Se supo así que el virus de la gripe española se multiplica 50 veces más que la gripe común tras un día de infección, y 39.000 veces más tras cuatro días. Mata a todos los ratones de laboratorio en menos de una semana.
Los grupos de Terrence Tumpey, de los CDC de Atlanta (los principales laboratorios norteamericanos para el control de epidemias) y Adolfo García-Sastre, del Mount Sinai de Nueva York, se preguntaron luego qué mutaciones del virus de la gripe española podían eliminar su capacidad para transmitirse entre personas. Y el resultado es que bastaban dos mutaciones en su hemaglutinina (la H de H1N1); esas mismas mutaciones puestas del revés bastarían para conferir a un virus aviar una alta capacidad de transmisión entre humanos.
La hemaglutinina es el componente de la superficie del virus que reconoce a las células de su huésped. Es el principal determinante de la especificidad del virus (la especie o lista de especies a las que puede infectar). Lo importante no son tanto los números adosados a la H (H5, H1...), sino los detalles de su secuencia, el orden exacto de sus aminoácidos.
lunes, 20 de abril de 2009
miércoles, 1 de abril de 2009
viernes, 27 de marzo de 2009
Visita al Planetario del Fuenlabrada [4º Diver]
Hoy hemos visitado -4º Diver y otros grupos del centro- el Planetario de Fuenlabrada. Aquí queda el enlace a su página web:http://www.educa.madrid.org/web/auladeastronomia.fuenlabrada/index.htm#inicio1
martes, 17 de marzo de 2009
lunes, 23 de febrero de 2009
LA GALA DE LOS GOYA [A partir de unas palabras de Bill Gates recogidas en el diario El País del 06/02/2009, en la página 34 de la edición impresa]
La gala seguía y los que no habían reparado en las palabras de Javier Bardel empezaron a inquietarse al ver que una pequeña nube de insectos se expandía por el cielo del Palacio de Exposiciones y Congresos. Los que se lo habían tomado a gracia comenzaron a levantarse y, en algunos casos, a gritar. El gran chillido salió de una bonita boca, pintada de rojo, que hasta entonces coqueteaba con los del alrededor; Maribel Bordiú creyó sentir el picotazo de uno de los mosquitos que volaba a la deriva (es imposible que la hubiera picado uno de esos bichos porque en ese momento la nube, todavía bastante homogénea y gregaria, amenazaba a otro lado del recinto).
Pero había una cosa clara, el pánico se estaba apoderando de la situación. Hasta yo, acostumbrado a múltiples guerras y que me encontraba allí de casualidad, empezaba a no saber a qué atenerme. Realmente era una situación inaudita: ¿de verdad alguien se podía a atrever a soltar una “bandada” de mosquitos mortíferos en un evento como este, con cámaras de televisión por todos los lados, con efectivos de seguridad en cada rincón, con la concurrencia de personas tan diversas? Visto el alboroto y el rictus de algunas mandíbulas parecía que sí.
La gente nos movíamos a merced de esos puntos poderosos, cada vez más extendidos. Nuevos chillidos parecieron indicar nuevas picaduras. ¡Y todo en cuestión de segundos (tal vez minutos)! Las puertas de la entrada se abrieron de par en par y algunos de los voladores huyeron. Entró la policía, pero no sabiendo qué hacer. En el escenario, Javier Bardel miraba el espectáculo. Se había quedado sólo, allí, como petrificado, como sabiendo lo que iba a pasar.
Lo que pasó también fue sorprendente: sincronizados, los “mosquitos” cayeron como derrotados, inundando todo de una nueva perplejidad. Alguien se atrevió a mirar a uno de esos cadáveres. No sabía si llorar o reír: ante sus ojos un microrobot yacía inerte. Tenía forma de mosquito, sin faltarle sus alas y demás órganos, pero era todo de plástico.
(…)
Todavía ahora -pasadas unas horas- mientras escribo esta crónica para la edición de mañana, resuenan en mí las palabras de Javier Bardel pronunciadas nada más certificar la muerte de sus mosquitos. “Señoras y señores –dijo-, perdonen las molestias, perdonen los golpes, perdonen el pánico, perdonen el mal momento que les hemos hecho pasar… Pero pensamos que merecía la pena, en un acto como este, una demostración de lo que es el cine: la magia de vivir lo inimaginable”.
El eco de esas palabras y de la gala de los Goya de este año ha sido único e irrepetible. Yo he sido testigo.
miércoles, 18 de febrero de 2009
domingo, 8 de febrero de 2009
miércoles, 28 de enero de 2009
Índice de Desarrollo Humano (IDH)
martes, 27 de enero de 2009
La rima no es necesaria
Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí.
He aquí el molde lleno de trizaduras del destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas
[...]
domingo, 25 de enero de 2009
En relación al trabajo realizado por Víctor sobre las metáforas
miércoles, 21 de enero de 2009
lunes, 19 de enero de 2009
Para Rafa
Y mediante esa llegas a esta:http://www.spain.info/
viernes, 16 de enero de 2009
miércoles, 14 de enero de 2009
Harriet
- la tortuga que tuvo y que ha muerto hace poco tiempo. Ver:http://www.elmundo.es/elmundo/2006/06/23/ciencia/1151063626.html
- Darwin (biografía). Ver:http://museovirtual.csic.es/salas/magnetismo/biografias/darwin.htm
viernes, 9 de enero de 2009
Una alegre navidad [Ficción]
Durante el primer día, después de algunas pruebas, sentí que apenas tenía fuerzas. Estaba como ausente de todo, como en una niebla de semiinconsciencia que parecía eterna. Por la noche me costó dormir. A las cinco de la mañana conseguí engañar al tiempo por unas horas. Aunque no recuerdo haber soñado, lo cierto es que me levanté algo más animado.
El día 24 transcurrió como la tarde del día anterior. Llegó la hora de la cena y el hospital quiso que pareciera nochebuena, pero a mí no me perecía nochebuena. Hasta nos dieron un poco de sidra y, por supuesto, turrón. Las luces de todo se fueron apagando. Tumbado en la cama llegó la serenidad; una paz triste propicia para pensar sobre la vida, sobre el sentido de la vida. Así estuve casi tres cuartos de hora. No tenía sueño y salí al pasillo a pasear.
En el pasillo había alguno más paseando igual que yo, y salieron más. Tres o cuatro se conocían de otras veces, dos éramos nuevos. Oí que uno preguntó: “¿Nos vamos a la 217?”; “Vale” –contestaron los que sabían lo que quería decir eso-. Al irse uno de ellos me miró y dijo: “¡Veniros!”.
Entramos en una habitación como abandonada. Había una cama no demasiado vieja pero destartalada, una columna para diagnosticar errores de visión, una bombona de oxígeno y una silla sin respaldo; en el servicio se acumulaban cajas cerradas de suero; las persianas semiabiertas producían un ambiente en penumbra.
- ¿Por qué estáis aquí? –soltó el que nos había invitado, mientras sacaba un paquete de Fortuna y ofrecía a los demás.
- Yo no lo sé –dije-. Me hice unos análisis y tenía la albúmina alta; me están mirando para ver a qué se debe.
- Yo puede que tenga un linfoma de Hodgkin –respondió algo tímido el otro de los nuevos.
Pasados unos minutos todos fumábamos. Eugenia fue al servicio y trajo una botella de sidra que había escondido durante la cena. Estaba caliente pero sabía bien con las burbujas alegrando la garganta. Charlamos un rato, nos terminamos la sidra y algunos se echaron otro cigarro. A las dos nos fuimos cada uno a nuestra habitación.
El día 25 amaneció soleado pero yo seguía triste. Me vinieron a visitar familiares y amigos y yo fingí estar bien y hasta conté algún chiste. La noche tardó en llegar de nuevo, y de nuevo me pareció estar expulsado del mundo. Por la ventana me llegaban señales de la vida verdadera, la de fuera. Una enfermera joven y rubia me puso una inyección en el brazo. El silencio unificaba las sensaciones. Volví a salir al pasillo como la noche anterior y todo sucedió de forma parecida a la noche anterior. Nos reunimos en la 217, charlamos, contamos cosas que nos hicieron reír y a las dos nos fuimos cada uno a nuestra habitación. Pedro en algún momento comentó que si tenía el Hodgkin lo más probable es que muriera; pero la tristeza de sus palabras duró lo justo; una “burrada”, humilde y graciosa a la vez, de Félix recompuso las carcajadas. Me fui a la cama algo más alegre.
Durante los dos días siguientes no nos hicieron ninguna prueba porque la nochebuena se había unido con el fin de semana y los médicos no trabajaban. Los 6 estrechamos nuestra relación y nos juntábamos a cualquier hora, no sólo por la noche. Jugábamos a las cartas, charlábamos, fumábamos a escondidas, a veces nos refugiábamos en el silencio…, y empezábamos a tener un lenguaje propio. El día 28 gastamos una broma a la enfermera joven y rubia: Vicente simuló que se ahogaba y su habitación se llenó de médicos de guardia y enfermeras; después de un rato hizo ver que se le pasaba. Comprobamos que era un actor excelente. El día 29 casi no nos vimos. Ese día nos hicieron todas las radiografías, análisis, y demás pruebas que no nos habían hecho los días anteriores.
Llegó el día de nochevieja y nunca pensé que unos chavales enfermos en un hospital se lo pudieran pasar tan bien. No hicimos grandes cosas, aunque realmente pasó de todo. En diferentes momentos algunos de nosotros lloramos con pena pero, de las cuatro horas que pasamos en la 217, tres por lo menos las pasamos riendo. Javi, que decía que era muy soso, encadenaba chistes y “paridas” –como si hubiera estado esperando años para demostrar su gracia-. El chiste de la noche fue este:
En la sala de espera de un hospital, junto al quirófano, se oye por megafonía: “Familiares de Raimundo Rodríguez Rico pasen a la sala 4”. Ya en dicha sala el cirujano jefe se dirige a ellos y dice: “Lo siento Daimundo Dodiguez ha fallecido, no hemos podido haced nada pada salvadle”. El familiar que más cerca estaba del cirujano, nervioso suelta: “No me joda”. Sorprendido el cirujano jefe se dirige a él: “No me ha entendido, ni mejoda ni mejodadá, ha fallecido”.
Las carcajadas tal vez no correspondieran a la gracia del chiste pero estábamos como emborrachados de alegría y cualquier cosa graciosilla era el mejor chiste de la historia de la humanidad. Nos fuimos a la cama rendidos.
Tardé tres días más en salir del hospital. Cuando entré nunca pensé que estas iban a ser una de las navidades más alegres de mi vida. Hoy lo he recordado, después de dos años, porque me enterado de que el Hodgkin ha podido con ese chavalote con pinta de galán que era Pedro. La vida tiene esas paradojas.